viernes, 2 de marzo de 2012

El tetraedro lácteo



Me crié en una familia que daba mucha importancia a la leche. Tal vez porque donde ellos se criaron escaseaba, aun más que el resto de la comida. La leche de vaca siempre había sido percibida en mi familia como el más completo de los alimentos. Como a mí me aprovechaba bastante, porque yo de pequeño tiraba más a orondo que a oblongo, eso quedó en mi subconsciente y sigo sin terminar de aceptar la moderna cruzada anti-láctea que pretende que todos nos demos a la soja y a otras grasas vegetales, también mal vistas en mi infancia.


Mi dieta infantil contenía dos vasos diarios de leche, habitualmente acompañados por un alto número de galletas. También mi hermana era gran consumidora de leche, no tanto de galletas, y mis padres nos seguían de cerca en la tabla. Con esos niveles de consumo, era normal tener una alta tasa de reposición. Además, ocurría que nos gustaba la leche fresca y que era esta la modalidad más abundante por entonces. Era lo que llamaban con algo más de rigor científico la leche pasteurizada. La ultrapasteurización (UHT), que producía la famosa leche uperisada, no se generalizó hasta un tiempo después.


De esta forma, la leche se sumaba al pan como producto de compra diaria. Y una de mis tareas infantiles con las que contribuía al buen funcionamiento de nuestro hogar era la compra diaria de leche, que solía hacer justo a la vuelta de clase a medio0día. Tal y tan importante era el consumo de leche en aquellos años que la comprábamos al lechero, un hombre que regentaba un establecimiento especializado en este producto. Es paradójico que en la época anterior a la explosión de las leches desnatadas, semi-desnatadas, enriquecidas en calcio, sin lactosa, de soja, de otros vegetales varios, etc, existieran tiendas rentables que vivían de vender leche y ahora ya no. Dejo esta reflexión para los múltiples alumnos y ex-alumnos de escuelas de negocios que conozco.


Aquella leche fresca, ya mucho más blanca que la leche de vaca recién ordeñada, venía envasada en bolsas transparentes de plástico flexible. Un ingenioso envase que permite al líquido jugar y disfrutar de su propiedad esencial de adaptar su forma a la del recipiente que lo contiene.


Desde aquella lenta rutina de compra y consumo de leche, la innovación alrededor de este producto clásico ha sido frenética. Si antes hacía una lista -no exhaustiva- de nuevas variedades o sustitutos de la leche, ¡qué no decir de los envases! Ya de adulto, no he vuelto a tener en casa una bolsa como aquellas salvo cuando el Canal de Isabel II ha repartido agua de emergencia durante alguna avería. Seguro que el nuevo Canal privatizado innovará también en la forma de envasar ese agua de emergencia.


El caso es que a aquellas bolsas les siguió una larga serie de innovaciones que incluyen el célebre "Tetra Brick" en sus múltiples proporciones, la botella de plástico cilíndrica, la cilindro-elíptica, la prismática... ¿Y qué decir de los tapones? Desde esos "cartones"
iniciales que se abrían levantando y recortando uno de los picos a toda una serie de tapones con y sin precinto, abre-fácil (exitoso nombre comercial que no alude necesariamente a ninguna cualidad del proceso de apertura), tapón más abre-fácil... Y hay una evolución también secuencial de envases transparentes, traslúcidos y opacos según se pretenda exhibir o proteger las propiedades del contenido. 


Pero de todos aquellos envases, quiero hacer aquí un homenaje a uno en especial, el precursor de los Tetra Brick: un envase del mismo material pero... ¡En forma de tetraedro! Para los menos avezados con la geometría les evitaré la visita a la wikipedia explicando que un tetraedro es una especie de pirámide pero con 3 caras en lugar de 4. Dejo un anuncio gráfico que me ahorra mil palabras.






Aquel fue el primer envase de la marca Tetra Pak. ¡Qué genialidad! ¡Innovación pura y dura sin cortapisas a la imaginación! ¿A qué mente se le pudo ocurrir semejante invento? ¿Y en qué entorno creativo se pudo dar alas a la idea del genial inventor para desarrollarla comercialmente? Hace muy poco tiempo averigüé que esa maravilla que contenía la leche Ona era invento sueco. Sé que algunos de los que lean esto no se sorprenderán. Es cierto que la vida de ese envase no fue muy larga. No sé exactamente qué buscaba el inventor sueco, pero claramente no se centró demasiado en el problema de apilar los envases. Tal vez, gracias a esa enseñanza otros suecos aprendieron a empaquetar de manera tan eficiente los muebles despiezados.


No solo debían tener un problema en las tiendas con el almacenaje del tetraedro. Yo recuerdo que mi madre, jugadora avanzada de tetris de cocina, tenía sus dificultades para optimizar el espacio en el armario donde guardaba la leche. Para mí, eso lo convertía en el patito feo de los envases. Era el diferente. Y eso siempre es una liberación frente a la homogeneidad...


El lechero, por cierto, cerró su negocio cuando se jubiló y nadie más en el barrio se atrevió a tomar el relevo de tan arriesgado negocio. 


Todo esto me recuerda a un blues... http://www.youtube.com/watch?v=B944jMtu6Qc Y Elvis Presley también hizo una versión bastante graciosa de este tema...

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