miércoles, 28 de marzo de 2012

La línea geodésica


En geometría, una línea geodésica se define como la línea de mínima longitud que une dos puntos en una superficie dada. Aplicado al cálculo de distancias sobre la superficie terrestre, que es de donde toma el nombre la palabra, la línea geodésica mide el camino más corto entre dos puntos del planeta. Cuando ese camino se proyecta sobre un mapa, se convierte en una línea curva, bastante alejada de la recta que une en ese mapa el punto de partida con el punto de llegada. Para facilitar la comprensión del concepto, me ayudaré de un ejemplo gráfico para ir de Buenos Aires a Beijing. 


La línea azul representa el que intuitivamente parece el camino más corto entre estas dos ciudades. Sin embargo, no hay que olvidar que el mapa no es más que una proyección en plano de la superficie casi esférica de la Tierra. En realidad, el camino más corto es el trazado en rojo. Si alguien tiene una esfera terrestre en casa, puede jugar a trazar líneas geodésicas con un hilo. 

Esta información, por sí misma, ya me parece bastante útil. Pero a mí me resulta una metáfora muy acertada. Y es que el camino más corto entre dos puntos no siempre es el camino recto. Cada uno tiene que recorrer su camino entre su origen y su destino. Y cada uno tiene sus condicionantes que le hacen seguir su propia línea geodésica. Recuerdo un trabajo para una asignatura de laboratorio que tuvimos que hacer en la carrera. Había que diseñar un control de velocidad para un motor eléctrico. Mi compañera y yo aplicamos los conocimientos que nos habían explicado y los principios que definían el ejercicio. De ninguna de las maneras encontrábamos la solución. Aplicábamos la lógica sobre esas bases y nunca llegábamos a ningún resultado. Empezamos a compartir nuestras dudas con otros compañeros. La respuesta era siempre la misma, "pues parece que lleváis razón, pero lo que hay que hacer es esto". Era lo que hacía todo el mundo. A mí me resultaba curioso que si reconocían que nuestro razonamiento era convincente y, en cambio, no estaban muy seguros de por qué lo hacían como lo hacían, siguieran adelante sin más. Finalmente, decidimos acudir al monitor del laboratorio. Y... ¡Obtuvimos la misma respuesta! Sí, parecía que llevábamos razón, pero nos recomendaba hacerlo como todo el mundo lo estaba haciendo.

No escondo que sentimos una pequeña decepción por aquellos comportamientos y su falta de espíritu crítico. Pero ellos tenían su motor terminado mientras nosotros nos encontrábamos en una encrucijada: Nuestras mentes, orgullosas por su pensamiento independiente, no conseguían hacer estable el dichoso aparatito. A falta de unos pocos días para entregar el trabajo, doblegamos nuestra rebeldía intelectual y copiamos -con el método explicado ayer- a otros compañeros para llegar, por minutos, a cumplir el plazo.

Todo el curso compartió el punto de partida y el punto de llegada de aquel ejercicio. Pero nosotros seguimos nuestra propia línea geodésica. Aquel era nuestro camino más corto, aunque intuitivamente no lo parezca. A veces, mi camino más corto es así, visto sobre el mapa tradicional de la vida no es una línea recta.

Estas líneas tienen otra propiedad paradójica: La línea geodésica más larga de la Tierra une un punto consigo mismo. ¿Significa eso que, aunque posiblemente mi sitio siga estando aquí, necesito dar la vuelta al mundo para descubrirlo? Por supuesto que habrá mucha gente que piense que para llegar a esa conclusión no hace falta tanto viaje. Hay quien lo tendrá muy claro. Yo necesito estar convencido y si eso supone salir y recorrer un largo camino antes de volver, esa es mi línea. 

Es probable que en muchos otros aspectos de la vida acabe llegando por esa línea geodésica. Cosas que no he hecho porque no he elegido la línea recta en ese mapa de la vida. Pero a las que puedo acabar llegando si el camino me ha cargado de razones.

Habrá quien me juzgue obtuso o, al menos, poco eficaz en la toma de decisiones. Pero, como en aquel laboratorio, necesito buscar las razones. Obtuso sería si me empeñara como los de aquel fantástico chiste del gran Forges, uno de mis humoristas favoritos. Esa viñeta que presenta a un grupo de hombres empujando una roca y, un poco alejado de ellos, y con algo más de perspectiva, a otro individuo que sugiere: "¿Y si la rodeamos?" 

Mañana llego al final de esta serie "30 para los 40". Homenajeando a otros de mis humoristas favoritos, Faemino y Cansado, me viene a la cabeza esa muletilla tan suya: "Dicen que esto es fácil... ¡Una mierda!" No ha sido fácil llegar hasta aquí. Debo confesar que publicar todos los días ha sido tan gratificante unas veces como estresante otras. He tenido que buscar el momento para ser fiel a mi compromiso diario. He tenido que vencer el famoso síndrome de la hoja en blanco. Pasado mañana no tendré que publicar y, al menos ese día, será un descanso. Un descanso que no sería tal si no fuera por este camino recorrido. Recorrido con el blues.

http://www.youtube.com/watch?v=icbDY4osU7E&ob=av2e

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